El ángel de la muerte

Dios lo creó el sexto día, a última hora de la tarde. Tras haber suspendido los astros, puesto en marcha el día y la noche, dado forma a los animales y a los hombres, quiso limar pequeños detalles. Y consciente del vértigo que supondría la muerte como punto final a la vida, comenzó a moldear con el barro sobrante a la criatura que limpiase el duro rastro de la guadaña.

Pensó que lo mejor sería enviar un ángel, de un tamaño menor a los hombres para que no le temiesen, pero de imponente envergadura para evitar que lo atacasen.

Quiso que su aspecto fuera majestuoso y sus andares desconfiados, dada la naturaleza de su labor. Hizo un tórax amplio y colocó un gran corazón que, pese a la tarea encomendada, fuese capaz de albergar sentimientos. Cargó también sus hombros, para poder soportar el terrible peso de la tristeza que le esperaba. Quiso además que tuviera una mirada directa y penetrante, así que moldeó un cuello largo y flexible para que pudiera mover la cabeza a su antojo.

Finalmente añadió unas alas enormes. Así, además de volar, este ángel de la muerte podría espantar el olor putrefacto de los cadáveres.

Dios contempló su obra: era fea, oscura, un tanto perversa y, sin embargo, tan necesaria. Pero era tarde y estaba tan cansado. Le pondría un collar alrededor de ese largo cuello, un collar de plumas blancas, rico y poblado, para otorgar algo de belleza a su oscura presencia. Le insufló la vida y se echó a dormir.

El séptimo día, el buitre levantó su vuelo con el alba y comenzó a limpiar el Edén de sus primeros restos de muerte.

Rebelión a barba

Esta mañana mi barba se rebeló. Yo la cortaba de un lado y mi flequillo crecía. La cortaba entonces del otro y sentía el cosquilleo en mi cogote. Rasuraba sobre el labio, y veía como mis orejas desaparecía bajo una nueva mata de pelo. He llegado bien afeitado a la oficina, con mi sombrero calado, y las chicas me han preguntado dónde me había puesto las extensiones.

En tierras del Cid

En tierras del Cid

En tierras del Cid

Desvaríos de un dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí.

Despertó allí, cuando aún estaba el dinosaurio.

Él estaba aún allí, cuando Dinosaurio despertó.

Dinosaurio despertó, aun cuando él estaba allí.

Aun allí, estaba el dinosaurio cuando despertó.

Estaba allí aún, cuando el dinosaurio despertó.

Allí estaba aún el dinosaurio, cuando despertó.

Dinosaurio, ¿aún estaba allí cuando él despertó?

0% vida?

Si puedes mirar, ve.

Si puedes ver, repara.

José Saramago

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